15 de enero de 2016





diario de

La superexplotación del sujeto en diversas desinencias activa la supervivencia pero no la vivencia. Siempre en intemperie. Siempre alrededor de un fuego. [La belleza y la moral son las llamas: simples señales de combustión, F.Pessoa]. Nombramos lo que desborda, lo rodeamos para ser visto siendo signo de combustión, además ritmo, a-corde, no el compás, ese no es ritmo. Nombramos las cosas pero pocas veces para firmar una apuesta por el querer vivir. Aunque occidente se desborda en (la) comunidad. Cualquier guerra es una re-presentación. Nuestros bancos cofinancian proyectos químicos que transforman en tierras alteradas. Los nuevos representantes pronto olvidan lo prometido en pro de diá-logos. Cualquier ocurrencia se re-simboliza, ¿cómo?, por reducción. ¿Por deducción? No, por una común identidad. Comprimidos, no comprometidos. Tan encirculados estamos que no somos capaces de ver la cuadratura, ni las cenizas de la supervivencia, lo simbólico obtura la superficie hasta impedir oler, degustar, ver, tocar, oír. Crear sociedades ancladas en la representación, mecanizadas por la abstracción, crea los sujetos. 
Son politizados.

8:20 pm


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